Meditación y estrés

Meditación y estrrés

Meditación y estrés

El Maestro Swami Sivananda referenció ya a principios del siglo XX la incidencia generalizada de la lacra del estrés y que la meditación reduce su presencia e impacto.

El estrés se puede definir como la respuesta fisiológica, psicológica y de comportamiento de un sujeto que busca adaptarse y reajustarse a presiones tanto internas como externas. El organismo se pone en guardia y se prepara para la lucha: es una respuesta necesaria de nuestro organismo y no siempre es malo. Hay que distinguir entre el distrés (el malo) y el eustrés (el bueno).

En la fase de alarma concentramos nuestras energías en el cerebro, el corazón y los músculos, se elevan los índices de hematíes y plaquetas, aumentan la frecuencia cardíaca, la presión arterial y la respiración, la dilatación de las pupilas y la sudoración. Tras esta fase solucionamos esa alarma, nos adaptamos al cambio y todo vuelve a la normalidad.

Entramos en un terreno peligroso para nuestra salud cuando la respuesta fisiológica a la fase de alarma persiste y pasamos a una fase de resistencia. Seguimos agotando todas nuestras reservas, provocando un sobrefuncionamiento de nuestro organismo hasta llegar a una tercera fase de agotamiento, que es cuando el estrés se vuelve patológico.

Con el nacimiento a principios del siglo XXI de la neurociencia meditativa, que traduce en números e imágenes lo que la meditación produce en nuestro cerebro y en el resto del cuerpo, se demuestran científicamente las razones de los beneficios que las diferentes tradiciones filosóficas y espirituales han atribuido desde hace miles de años a las prácticas contemplativas.

El germen de esta disciplina se halla en el encargo del Dalái Lama a científicos, durante un encuentro en The Mind and Life Institute en el año 2000, de estudiar la actividad cerebral de los meditadores budistas expertos (con más de 10.000 horas). Fueron unos 15 años de experimentos científicos en varias universidades americanas, sobre todo en la de Wisconsin-Madison, y encabezados por dos neurocientíficos (Richard J. Davidson y Antoine Lutz) y un monje budista formado como biólogo celular (Matthieu Ricard).

Al inicio de las investigaciones, el laboratorio de Richard J. Davidson pidió a un yogui muestras de saliva para determinar su tasa de cortisol (hormona que se libera como respuesta al estrés) mientras se hallaba en un retiro. Sus niveles eran tan bajos que se salían de la escala estándar y el laboratorio se vio obligado a adaptar, en consecuencia, el rango del ensayo. Sin embargo, lo que realmente les interesaba era comprobar si esa baja tasa era un rasgo alterado permanente o sólo un estado alterado durante la meditación.

Tras casi dos décadas de experimentos, el equipo de Davidson concluyó que, en el caso de los meditadores avanzados (con un mínimo 10,000 horas de práctica), hay indicadores cerebrales y hormonales de una menor reactividad al estrés y de una atenuación de la inflamación, un fortalecimiento de los circuitos prefrontales que favorecen la gestión del estrés y una tasa inferior de cortisol, lo que indica una menor reactividad general al estrés.

Pese a las reticencias iniciales de parte de la comunidad científica, se han realizado numerosos estudios de los efectos de la meditación en nuestro cerebro. Igual que cuando aprendemos a hacer malabares o a tocar un instrumento el cerebro experimenta cambios gracias a la neuroplasticidad, la meditación afecta también al funcionamiento y estructura física del mismo con repercusiones muy positivas para nuestra salud.

Estas conclusiones científicas han llevado a millones de personas a realizar algún tipo de práctica meditativa con el objetivo de disfrutar de sus beneficios. Las investigaciones muestran que dichos beneficios, al igual que los del ejercicio físico, son proporcionales al tiempo invertido en dichas prácticas.

Cambiar cómo nos sentimos y cómo nos relacionamos con los demás es un paso más hacia lograr un mundo más compasivo y empático.

Bibliografía
Daniel GOLEMAN y Richard J. DAVIDSON: Los beneficios de la meditación. Editorial Kairós, S.A., 2017.
Richard J. DAVIDSON, Antoine LUTZ y Matthieu RICARD. Artículo En el cerebro del meditador, publicado en www.investigacionyciencia.es, enero 2015.